Cuando tenía unos 11 años, abrieron un taller de reparación electrónica al lado de mi casa.
El dueño se llama Paco.
Eran los finales de los 80′ o principios de los 90′.
Mi hermano trabajó allí, empezando como aprendiz.
Al cabo de pocos años reparaba las teles y vídeos de medio barrio.
Conocía a muchos técnicos de la zona.
Cada uno con su taller.
Se podría decir que en aquella época había más talleres que bares.
Llegó la época de la miniaturización.
Componentes SMD, sistemas modulares…
También había muchas tiendas que vendían componentes electrónicos.
Yo tenía tres cerca de casa.
En el centro de cada ciudad había una tienda, como mínimo.
En Barcelona había un montón.
Si no encontrabas algo en una, seguías caminando y preguntabas en otra.
Actualmente casi no queda nada de eso.
Todos los talleres que conocía cerraron, o cambiaron de actividad.
Las tiendas desaparecieron, o prácticamente ya no venden componentes.
Incluso las escuelas de electrónica ya no existen, o dan otro tipo de formación.
El mundo ha cambiado.
Porque ahora es más fácil que nunca comprar componentes electrónicos y herramientas.
Distribuidores online, que tienen enormes almacenes automatizados.
Pides un componente, y en 24 o 48 horas te lo traen a casa, desde Polonia, Madrid, París, Texas…
Sin embargo los talleres no han vuelto.
A excepción de los talleres de telefonía, que combinan reparación con venta de accesorios y otros servicios relacionados.
Es cierto que quedan algunos, la mayoría no están en una calle comercial, sino en un garaje.
Porque ya no se dedican a limpiar los cabezales de un vídeo VHS, ni nada parecido.
Ahora trabajan directamente con las empresas.
¿Por qué te cuento esto?
Porque esta realidad es la que llevo observando toda la vida, muy de cerca.
Porque yo mismo tengo mi taller, aunque ahora esté guardado en un trastero.
Porque he reparado desde electrodomésticos hasta placas industriales, y conozco ambos mundos.
Sin embargo a veces me explico mal, o poco.
Quizás es porque no quiero hacer los emails demasiado largos.
He recibido un email de Iñaki, que dice que no está de acuerdo conmigo, pero en realidad sí que lo está.
Es decir que soy yo el que está de acuerdo con él.
La primera línea de su mensaje dice:
«No estoy para nada de acuerdo contigo cuando dices que la reparación electrónica es cosa de aficionados».
Yo no pienso eso exactamente.
Lo que dije en el email al que Iñaki responde es:
«La reparación electrónica interesa a mucha gente, pero principalmente como afición, no a nivel profesional».
Es parecido, pero no es lo mismo.
Ha miles de técnicos de reparación electrónica, millones en el mundo.
Hay técnicos en todos los sectores.
Pero…
Si lo miramos con perspectiva, en porcentajes, vemos que la proporción es la siguiente:
Una pequeña proporción reparan equipos de alto valor, es decir reparaciones de más de 1000 euros (o dólares). Esas reparaciones que puedes tardar dos días en encontrar la causa.
La inmensa mayoría no viven de ello, es decir o son aficionados, o jubilados, o su actividad profesional principal es otra, y la electrónica es un complemento.
El resto están en una situación intermedia, es decir que se dedican a ello como actividad principal, pero necesitan de cierto volumen de reparaciones para que resulte rentable. No pueden dedicar demasiadas horas a cada avería.
Por supuesto, no conozco todo el mercado ni todos los países, sé que dependiendo del mercado y la región, los porcentajes varían, pero no creo que se alejen demasiado.
Ahora viene la segunda cuestión.
Si yo me dedico a la formación ¿a qué parte del mercado me enfoco?
Los aficionados, jubilados, o quien repara alguna avería de tanto en tanto, no invierten en formación porque no lo ven como una inversión rentable.
Salvo que vean la formación como una forma de crecimiento personal, porque les apasiona, sin pensar en el aspecto profesional.
Por eso muy pocas personas de este enorme mercado se inscriben en cursos de pago.
En el extremo contrario están quienes viven muy bien de esto. Lo habitual es que ya tengan un buen conocimiento y necesiten poca formación.
Además ganan lo suficiente como para no tener que preocuparse por mejorar su conocimiento, y ese tiempo lo pueden dedicar a disfrutar de la vida o a reparar más averías.
Así que nos quedamos con la parte del mercado intermedia, que está enfocada a reparar todo lo que pueda para que le salgan las cuentas. No queda tiempo ni energía para la formación.
Por supuesto, estoy generalizando mucho.
Digamos que la formación en electrónica tiene más sentido para quienes se salen de lo general.
En estos años he visto cómo cada vez hay menos interés en la electrónica, y más en el mantenimiento industrial.
Por eso he decidido cambiar el rumbo, aunque no demasiado.
La mayoría de principios son comunes.
La electricidad industrial y la electrónica son muy similares, y dominar una sirve para la otra.
Igual que Zafirplan, que es una aplicación para gestionar el mantenimiento industrial, también se usa en empresas de reparación electrónica.
Por eso creo que el cambio no será muy grande para los que ya estáis en la tribu de Fidestec.
PD1: Para no perder agua al gestionar la información y planificar los trabajos de mantenimiento, prueba Zafirplan durante un mes y comprueba que es lo que necesitas.
PD2: Me han preguntado mucho si borraré los cursos. No los borraré ni perderéis el acceso a los cursos en los que estáis inscritos, podréis seguir entrando cuando queráis.
PD3: Este artículo es una copia de un correo que envié el 22/02/2022. Cada día envío un email, y muy pocos los publico aquí. Si quieres recibirlos, apúntate haciendo clic aquí. Si no estabas apuntado, nunca sabrás lo que escribí ayer.
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